Me gustan los años que han dejado cicatrices y tatuajes,
aquellos que han cambiado el eje de mi cuerpo y mi biografía.
Suelen ser aquellos años acuosos,
de lágrimas interminables
que no siempre emergen líquidas por mis ojos,
que no siempre emergen líquidas por mis ojos,
pero van inundando el alma
de marejadas salobres y amargas.
de marejadas salobres y amargas.
El después,
acabada la llovizna íntima y la externa,
la sonrisa parece una cascada de sensaciones nuevas,
recién estrenadas,
con un déja vu
cargado de inocente infancia
pero con la certeza virgen
de ser la mejor expresión de la verdadera calma.
de ser la mejor expresión de la verdadera calma.
Me gusta el silencio que invita a desvestirse
el que desnudo y desprovisto
de ayeres y fantasmas
seduce cada íntimo y prófugo sentido
con la versatilidad del aire que huye de un suspiro.
Me gustan los años en que decido
ser la mujer
que dibujaron mis manos liberadas
que dibujaron mis manos liberadas
por un delirio.
2 comentarios:
Tú siempre has sido un delirio.
Un delirio mágico, de sueño y de cuento.
:)
Besos.
A mí me gustan también. Pero sobre todo cómo lo dices tú, "autovividos" o no. Mi chilena favorita. Mi maga de las palabras. Y los sentimientos.
Abrazos desde este sur.
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