martes, marzo 06, 2018


Mi santuario preferido
Mi fiel refugio
El que aún no migra
Ni huye, ni elude mi errático pulso

El que viste mi presencia
Y  alberga las precisas fibras
Para sentir sus caudales fecundos
Fluyendo en latidos

Piel, manto sagrado de la estructura perfecta
Frontera orgánica que arropa
La sincronía arquitectónica de músculos y huesos
Lienzo que ofrece rincones, pliegues y aromas
Y los sensuales sentidos que permite recorrerlos

La cíclica sabiduría celular
Liderando la existencia corpórea
Sin señalética ni finalidad
Más que su aguda obstinación
De reconstruirse en silencio
Sanando y muriendo

Mi templo 
Mi cuerpo
Humilde ante la indiferencia
De mi conciencia empecinada en extraviarse
En el afuera

(Cuando debamos despedirnos
Déjame alimentarte con mi último suspiro
Agradecida de la sombra, los rastros y las huellas
Que me permitiste ir vaciando en el azar de nuestra coexistencia)