jueves, febrero 23, 2006


La Canción de las Personas

Cuando una mujer de cierta tribu de África
descubre que está embarazada, se va a la selva con otras mujeres
y juntas rezan y meditan hasta que aparece la “canción de la nueva criatura”.

Cuando nace el bebe, la comunidad se junta
y le cantan su canción.

Luego, cuando el niño comienza su educación,
el pueblo se junta y le cantan su canción.
Cuando se convierte en adulto, la gente se junta nuevamente y canta.
Cuando llega el momento de su casamiento la persona escucha su canción.
Finalmente, cuando su alma está por irse de este mundo,
la familia y los amigos se aproximan y,
al igual que en su nacimiento,
cantan su canción para acompañarlo en el “viaje”.

“En esta tribu de África hay otra ocasión en la cual se canta la canción.

Si en algun momento de su vida la persona comete un crimen
o un acto social aberrante, lo llevan al centro del poblado
y la gente de la comunidad forma un círculo a su alrededor.

Entonces le cantan su canción".
“La tribu reconoce que la correción de las conductas
antisociales no es el castigo;
Es el amor y el afianzamiento de su verdadera identidad.

Cuando reconocemos nuestra propia canción
ya no tenemos deseos ni necesidad de perjudicar a nadie."

"Tus amigos conocen "tu canción"
Y la cantan cuando tu la olvidas.

Aquellos que te aman no pueden ser engañados por los errores que cometes o las oscuras imagenes que muestras a los demas.
Ellos recuerdan tu belleza cuando te sientes feo;
tu integridad cuando estás quebrado;
tu inocencia cuando te sientes culpable
y tu propósito cuando estás confuso.“


Tolba Phanem
Un suspiro desventurado
con dolor blando y sincero
salvaje
estupefacto
ansioso
verdugo de las pobres ilusiones
corniza endeble del último recuerdo.
Subiré al borde de la lluvia para calmar las ruinas de mi sonrisa
enterrando cuantos milagros quepan bajo la tierra infértil.
Todo se enmudece
con el último e infinito suspiro-aliento
y contemplo la desnudez, los gritos,
el interminable abismo que se lleva lo que no alcancé a buscar.
Llevo los ojos prisioneros sobre la oscuridad de mi vacío
me permito exhalar el destino de mi propia resurrección
con una causa que se me repite y se me atraganta
como un sueño donde convergen ambas lunas
donde las soledades tengan dos miedos para oirse
donde la tristeza no caiga húmeda por la mejilla
donde mi sombra de un salto y se separe de mis pies
para dejarme a solas con mi soledad.
Ha pasado ya tanto tiempo
Y la tristeza se acumula como polvo sobre mis hombros
Como tierra húmeda que pesa
Que se abalanza sobre mi cuerpo y me empapa y me oculta
Y las lágrimas lavan esta coraza
Dejando un fino surco entre mis senos
Por donde pasará la sangre de esta herida
Que se abre y se abre cada vez más en mi pecho.
Luego,
La sangre bajará por entre mis piernas
Por entre los muslos - ayer firmes- que te abrazaban y te envolvían
Que susurraban en un roce suave con tu espalda
Y bailaban en tus movimientos
Para hacerme temblar, palpitar, estremecerme.
Mientras ahora, ausentes tus formas,
Mi piel sólo responde a la caricia de esta sangre mia
Que resbala y salpica.
¿Dónde estás?, quiero hablarte, necesito hablarte
necesito despejar fantasmas y recuerdos
limpiar de ironías las palabras
limpiar el pasado y sus mentiras
limpiar de tu piel sus caricias
y hacernos vivir una nueva historia, otra historia
lejos ya de nuestra pre-historia.
O tal vez sólo quiero olvidarte
Quiero desgarrar de mi carne esta espina que duele y sangra
Que se envuelve de nostalgias y tu rostro ausente.
Y ya no tengo fuerzas ya no tengo armas
Y te dejo ir,, te veo ir
Y la distancia es una zoga en mi garganta
Que mientras más te alejas más ahorca
Hasta aquel momento, no tan lejano,
En que mis pupilas ya no logren alcanzarte
Y me falte el aire...
...entonces,
el último suspiro y el agónico latido
viajarán como un eco a través de esta fina y transparente línea hasta tus oídos
y se depositarán allí como un roce de labios
y entonces sabrás que al otro extremo de esta línea
mi amor ha muerto...

miércoles, febrero 22, 2006

Escribir
tras las púrpuras cortinas
el emblema que te sigue y que te empaña
sobresaltada caer sobre mi rito
sobre mi sombra que aguarda
el tumulto gris de las noches insomnes.
Callo, guardo la palabra
esa que lastima los labios y el silencio
mordiendo el leve y sordo nudo
que atora la garganta.
No llegas - no te espero-
caigo lenta y transparente
caigo y me envuelvo de distancias
de vértigos ausentes, miradas, la mía, la tuya,
la de estos ojos que nos miran,
que traspasan la piel, irrumpen en la carne
que crecen en la historia que buscabas
desnuda de siglos inventados
para poblarse de nocturnos encantamientos
de noches venideras que no engendran ya pasados.
Me paseo boca abajo hacia el viento
me recojo los abrazos para otros
y siembro una caricia en la tierra misteriosa
que florece bajo tus pasos.
No hay nada que pueda mantener mi frente abierta, sino la indiferencia de tu mirada. No hay quien logre abatir mis fuerzas sino el indómito carácter de tu silencio. Más no hay nada que pueda destruirme más sabiamente que tu poderoso y fatal amor.
Un rumor despiadado
de viejas heridas
- y sangre nueva -
viene a retorcer mis cadenas para dejarme en libertad
- a solas -
con mi libertad.
Voy cruzando el límite
dominando el sonido difuso
esperando la luz , aquella lejana -que inmóvil-
vigila mi espíritu sorpresivo.
Aprieto mi edad
entre años martillados, labrados, construidos
mi alma se alza como un suspiro
entre vuelos de águila y cadenas de mártir
¿resusitaré entre esta vieja máscara de piel, párpados y carne?
Con un poco de grandeza y algo de humildad
recorro los sueños de tantos muertos
me arrodillo ante el cansancio de Dios
para descubrir los signos ondulados, agonizantes,
sobre el tejado, entre la jaula, dentro del vientre.
Subiré hasta quemarme la piel
hasta sólo ser rumor de vida, de relámpago y nube
Subiré hasta tomar de la mano esta luz
esta cercana,
-que inmóvil-
abraza mi espíritu visitante y sorpresivo
Ya entendí el mensaje...
Comprendí la razón de tu huida
No pudiste salvar el peligro de nuestras palabras
Tuviste miedo de tu propio encanto
Roen tus cadenas el deseo
mas las atan aún más fuerte tu culpa
Puedo entender el porque de tu partida
Mas no puedo entender
El porque de mi espera.
Callada frente al umbral de mi partida,
Deseo viajar descalza, entibiar mis pies sobre el musgo o el cemento
Dejar atrás las viejas despedidas para rehacerme de nuevo,
Sin tanta carga, sin tanto ropaje,
Hacerme y rehacerme cual artista frente a su obra para decidir
Para reintentar, y para renacer.

viernes, febrero 03, 2006

Podría escribir inspirada en mis palabras, pero la verdad es que escribo inspirada en mis venas. En la sangre, en el pulso de mis tiempos, en el torrente de mi historia.

Nací, en medio de un vértigo de confusiones entre lo correcto y lo que rasgaba la imprudencia. Nací vestida de esperanzas y expectativas tan altas como mi propia "ilegitimidad". Pero bastó un día, tal vez dos horas, para que las voces se acallaran, los reproches se ahogaran y emergiera la más tierna y sublime realidad.

Era una niña, morena de ojos tan negros como los finos rizos que se deslizaban por su frente. "Morena de ojos morunos" decía ella..."Ella" es un ángel que me anidó entre sus alas,"Ella" es una diva, una mujer sin edad porque todos los tiempos se acurrucaron a su lado para aprender de sabiduría, ternura y bondad. "Ella" será siempre la Diosa madre, la curandera de los más terribles dolores y la cálida compañía en toda soledad.

Su hombre, su fuerte hombre de guerras y hambrunas, me acogió sin dudas. Contaba historias de moros y musas, un Cervantes abuelo y un abuelo sabio.
Eran dos niños los que me engendraron, dos niños hermosos e impacientes, y se embriagaron de amor con su nueva muñeca, quien entregó algo de magia a esa tan real realidad.

Y el niño se hizo hombre, se hizo padre, se hizo amigo, se hizo el príncipe de todos mis sueños, con el que viajaba hasta caer rendida en sus brazos tan sólo para esperar esas palabras que se derretían en mis oídos, (o yo me derretía en su sonido)..."hola nena, mi reina". Sus ojos penetraban mi mirada hasta convertirse en mis ojos, sus palabras siempre escasas hablaban de bondad y amor, de justicia y soledad. Sus pasos me guiaban, me sostenían, me protegen.

Su noble compañera era una mujer con corazón de niña, tenía grabada en su alma la fuerza que tan sólo la dureza de la vida puede lograr, tenía una sonrisa que contagiaba y unos ojos firmes, seguros, tanto que hasta la más tórrida tormenta se sentía a salvo en sus pupilas. Fue madre de la entereza, del coraje y de mi. Fue gestora de mis proyectos y el aguerrido consejo en la derrota. Fue cuna y alimento, enseñanza y fortaleza.

Y surgieron los años, aquellos hermosos años de Algarrobos y puestas de sol, juegos de salvajes tigres en el bosque y tiernas aventuras al anochecer. Y vinieron los hermanos. Primero, un robusto varón de ojos rasgados y pequeños, de sonrisa efímera, de antiguo compañero... él me enseñó de palabras y armonías, de amistad segura y de historias muchas historias.

La flaca, luego llegó ella. Blanca como el ala interna de una paloma, así de escondida, así de bella. Buscó los más rojos labios para vestirse en esta tierra, y trajo consigo todos los misterios de la otra vida. Llegó rezongando y riendo, y así se lo ha llevado en el transcurso del tiempo, viajando desde una carcajada estrepitosa al más sórdido de los silencios. De ella se aprende a ser mujer y ser entera, se aprende a decir las cosas sin tanta envoltura, y se aprende a quererla de tantas formas.

Sólo faltaba la impaciencia, la bulla, la sirena. Y llegó. Venía cargada de temblores y terremotos, tal vez por eso sacudió tanto nuestras vidas. Yo fui casi su madre, casi su hermana, casi su amiga. Un poco de todo y ella tanto de mi.
Envolvió consigo toda la carga de la soledad, de ser última y ser pequeña, de ser mandada y nunca mandar. Sus pasos se extraviaron un día y su prematura edad no supo cómo. Quiso ser fuerte y la traicionó su propia vulnerabilidad.

Ella es amor en silencio. Ella nos enseñó de asombro, de las verdades de la vida, de la unión en los conflictos, de perdón y de hermandad.

Fuimos todos y cada uno, fuimos la diferencia exacta que nos permitía igualarnos. Aportamos al cariño y al desaliento con la misma cuota, con el mismo rigor.
Fueron años de magia y de encanto, donde todo era razón para reír y celebrar. Hermanos de sangre y de calor. Padres de tierra y de verdad.

Así crecí, con un legado de amor en los ojos, muchas cintas en el pelo, mucho orgullo en el corazón de los que me vieron crecer. Y hubo mucha fuerza en sus enseñanzas, una orden implícita era no desfallecer, hacer frente, no huir de la tormenta, encarar el ruido y el temblor. Sonreír a pesar de la pena, proteger, acoger, guardar, siempre guardar. Y fui buena, buena alumna, buena compañera, buena hija, buena nieta, buena en cumplir aquellas expectativas, buena en cumplir sus sueños. No fue un error tenerme... cumplí con el mandato grabado en mi frente, no me equivoqué, no se equivocaron...
Hoy, vuelvo la vista y me parecen tan cercanos los recuerdos, parece que la historia se ha estancado en tanto ir y venir para volver a ser los mismos, los mismos niños, el mismo juego. Pero la verdad es que me traiciona el tiempo, los años. Las edades avanzan y dejan huellas. Algunas un sello tenue, otras... cicatrices.

Mi propio tiempo aportó con sorpresas, un amor lejano, infantil, ingenuo, me acurrucó a su lado para no dejarme ir. Truncó mi historia de duendes y magos para arrojarme al más real de los amores, aquel que surge del sacrificio, del dolor, de presencia y deseo, de caricias y labios, de amor verdadero. El enseña de vértigos y mariposas, de transformación continua, de continua pasión. De estar, ahora y siempre, del refugio en el fracaso, de aliento y vigor.

El vertió en mi vientre su más profunda savia hasta hacerla vida, hasta hacerme vivir. La anidó en mi cuerpo para ser testigo, semilla y fruto. Y emergió a la luz un día justo 5 años antes del segundo milagro de la vida...eran mis hijas... pequeños gorriones indefensos bajo mi brazo, sobre mi pecho. Miradas inquietas y ternura inagotable, y yo cerré los ojos y me reconocí en ellas. Volvieron aquellos temores escondidos, de hace tiempos, de hace tanto tiempo... Quería ser fuerte y me traicionaba la debilidad, quería protegerlas y surgía la impaciencia, cerraba los ojos para no ver lo que duele, porque el dolor es enemigo de la fortaleza.

Debía mostrar lo que había aprendido de aquellos que me amaban tanto, debía ser la curandera, la mirada firme, la palabra cálida, la salvadora, la maga. Pero llegó este nuevo tiempo, surgió la pesada carga y el temblor en la tierra, se removió mi paso firme y mis cadenas, y tuve miedo... del verdadero, el que proviene del no poder, de las debilidades, de las limitaciones, de la impotencia. Intenté buscar el significado de mis temores y mis incertidumbres adentrándome en aquellos espacios vacíos de mi historia, mas sólo me encuentro con aquella niña, la de las cintas, la del cariño sincero, que ahora parece tener rostro de mujer, de mujer dolida.

Y la fuerza pareció esfumarse en un abismo, parecía que la tierra entera se había tragado a mi niña, intente mirar de frente, auxiliarme en el capullo primitivo de mi pasado, pedí amor esquivando el frío, pero el espejo es inquebrantable ya no me servía la mascara inventada en cuanto carrete de antaño, ya no me era útil, la sonrisa fingida, las risas estrepitosas, el aguante. Y sentí la soledad....y comprendí el vacío, y viví la agonía.

Sólo habia una alternativa... renacer ...reencarnarme en mi cuerpo de sangre nueva, de revivir, de reescribir mi historia, y eso es lo que hago ahora.

jueves, febrero 02, 2006

S�lo mientras tanto
Acerca de la felicidad?, de eso escriben ahora los científicos?, que inusitado para ese cerebro ajeno a las experiencias más trascendentales de la existencia. No creo posible saber de la felicidad desde ese paradigma, no lo creo posible tan sólo por la básica premisa de que la felicidad no es cuantificable ni aún menos replicable.
Tal vez podríamos conocerla a través de esos parafraseos metabólicos acerca de la cantidad de endorfina y adrenalina que llegan a circular por nuestros fluidos en determinado momento, incluso a través de la teoría conductista que nos indica la posibilidad de aprender y “entrenarnos” para ser “felices”, así como inesperadamente nos vamos entrenando para ser infelices según la “desesperanza aprendida” la tan bullada teoría de Seligman. Pero la “felicidad” como estado, como instante, es posible de medir?. Que hace que una mañana de domingo a una hora de levantarte percibas en el cuerpo una profunda e inespecifica sensación de ….¿felicidad?, es acaso lo mismo que sientes cuando alguien te ofrece su compañía una tarde de soledad?…..o se parece en algo al vértigo impulsivo y frágil de cuando haces el amor?...Sólo nos falta entonces lo básico para comenzar una teoría, operacionalizar el concepto. ¿qué es la felicidad?, es acaso la euforia, el éxtasis, el placer, la plenitud del éxito, la ausencia de frustraciones, la risa, la sonrisa, la piel que se eriza, la descarga masiva de adrenalina, el brote generoso de ideas, la ausencia de dolor, la ausencia de incertidumbres, la tan requerida sensación de nuestra cultura?...o es acaso la calma, la quietud, la contemplación, el cuerpo en pausa, la mente en blanco, la indescriptible sensación de “paz”, la plenitud de “tenerme” y no de “tener”, el “nirvana”, la tan requerida sensación de los budistas y otros?...Yo al menos aún no lo sé, y afortunadamente no necesito saberlo.
¿Podemos ser felices?, efectivamente no parece un paper científico, y no pretendo por lo tanto reflexionar más acerca de aquello. Filosofía pura? Tampoco quiero darle mas vueltas al catastrófico Kierkegard, ni a Nietzsche ni a Sartre. Ni siquiera a las tormentosas sonatas de amor irresoluto de Gustavo Adolfo. Para saber de dolor me bastan los noticiarios del crepúsculo. Creo que no es posible conocer más del sufrimiento que con el rostro entumecido y pálido de un niño bajo la sombra de su madre muerta. No hay teoría alguna que pueda explicar lo que hace que el rostro logre exteriorizar lo que sucede en ese instante en los neurotransmisores.
De la felicidad? También se sabe a juzgar por una simple mirada.
Si estamos condenados o no biológicamente a ser incapaces de “sentirse muy bien”, (como a falta de operacionalización aún, llamaré a esto) hay mucha gente que estará interesada de pasar sus días en resolver el “problema”, como tanto gusta llamar a esas pequeñas grandes cosas que resultan difíciles de alcanzar. Lo que es yo, estaré esperando la llegada de la conclusión final viviendo. Aún no se si los instantes que me esperan los catalogaré como “felices” o “infelices” sólo lo sabré después, cuando sienta el sabor que dejaron en mi garganta. Mientras tanto, sólo mientras tanto, me regocijaré cuando me acaricien, cuando piense en todas las puestas de sol que he visto mientras veo una puesta de sol, cuando me escriba mi hermano desde tan lejos, cuando sienta a mi padre cerca aún, cuando mis pacientes me digan “gracias”, cuando vaya al baño con un buen libro y tantas otras cosas más. Y lloraré…claro que lloraré…ojalá que llore, cuando a mi hija le duela el alma, cuando pierda lo que no quiero perder, cuando las cosas resulten para el otro lado, cuando no tenga ya nada que decir.
Por eso, que bueno que saquen hartas terapias para la pena. Mientras tanto, solo mientras tanto, estaré viviendo.
Sólo mientras tanto... asi escribió alguien el paso por la vida, asi deseo describir el pausado caminar de mis dias. Quieres acompañarme?, estaré revisando las horas que se han ido y planeando los instantes de después.