No hay nada que pueda mantener mi frente abierta, sino la indiferencia de tu mirada. No hay quien logre abatir mis fuerzas sino el indómito carácter de tu silencio. Más no hay nada que pueda destruirme más sabiamente que tu poderoso y fatal amor.
No creas todo lo que digo,
llevo el estigma de la loca palabrería.
Si lanzo presagios sin destino,
es mejor que sonrías
y pienses que es uno más de mis delirios.
1 comentario:
Esos son los amores que suelo llamar "venenosos".
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