La última vez que lo vi
llevaba grabado un secreto,
lo llevaba en la frente y aun así nadie lo descubrió.
Pasó veloz, se diría que sus alas se abrieron, porque la brisa que emanaba de sus movimientos despejó el sol.
Tragó un gemido, se alisó el pelo, ese manantial de sedas que a veces le escondía un ojo.
Acunó sus pupilas en mi mirada, entonces supe que quería esconderme en sus alas. Sólo debía deshacer 15 años de mi historia, sólo debía volver a nacer.
La última vez que lo vi, se llevó mi secreto, grabado en los labios, sellado en un beso.