Alguna vez amé la lluvia que bordeando mi silueta
Se arrojaba en bandada de ciegas y cristalinas mariposas
chocando torpemente contra las laderas de mis sombras
Mojando los vestigios escamados de mi piel de sirena.
Alguna vez amé la noche nítida y enlutada
Poderoso caparazón en ébano esmaltado
Que rompe con el miedo a tientas guardado,
Amé la oportunidad de no ser vista ni señalada
Amé los árboles añosos que frágiles se deshojaban
En manantiales dorados hacia el fondo del viento
el diáfano verdor que tapiza el invierno
y unos ojos de frío que sólo contemplaban.
Alguna vez amé los sitios inventados
Aquellos que habitan intrépidos entre versos y metáforas
Los paisajes cálidos que pueden crear las palabras
Los mismos que mueren en el borde de los labios.
Amé con sutil paciencia los sombríos designios
No calibré las líneas turbulentas de mis manos
Y vi morir mi amor vestido aún de blanco
Y velé los restos desalmados que apenas fueron míos.
viernes, marzo 28, 2008
lunes, marzo 17, 2008
Walt Whitman
"...Failing to fetch me at first keep encouraged,
Missing me one place search another,
I stop somewhere waiting for you."
THE LAST INVOCATION
At the last, tenderly,
From the walls of the powerful fortress´d house,
From the clasp of the knitted locks, from the keep
of the well-closed doors,
Let me be wafted.
Let me glide noiselessly forth;
With the key of softness unlock the locks - with a whisper,
Set ope the doors O soul.
Tenderly - be not impatient,
(Strong is your hold O mortal flesh,
Strong is your hold O love.)
Missing me one place search another,
I stop somewhere waiting for you."
THE LAST INVOCATION
At the last, tenderly,
From the walls of the powerful fortress´d house,
From the clasp of the knitted locks, from the keep
of the well-closed doors,
Let me be wafted.
Let me glide noiselessly forth;
With the key of softness unlock the locks - with a whisper,
Set ope the doors O soul.
Tenderly - be not impatient,
(Strong is your hold O mortal flesh,
Strong is your hold O love.)
domingo, marzo 16, 2008
No tienes figura, talante ni destino
Ni amplio margen donde depositar tus silencios
Ahuyentar la tristeza ya no tiene sentido
Ni enjugar las sales de tus ojos negros.
Que haces doliente mujer de beso herido?
Que haces empeñando grácil, la savia de tu cuerpo?
Te rindes victoriosa ante el puñal del enemigo
Sabiéndote mancillando tu humilde secreto.
Hay rastros de placer en tu dolor cautivo
Jugando a la loba desgarras la carne y el veneno
Te escuchas aullando por el manantial perdido
Mas no huyes y te aquietas en este osado intento.
Ni amplio margen donde depositar tus silencios
Ahuyentar la tristeza ya no tiene sentido
Ni enjugar las sales de tus ojos negros.
Que haces doliente mujer de beso herido?
Que haces empeñando grácil, la savia de tu cuerpo?
Te rindes victoriosa ante el puñal del enemigo
Sabiéndote mancillando tu humilde secreto.
Hay rastros de placer en tu dolor cautivo
Jugando a la loba desgarras la carne y el veneno
Te escuchas aullando por el manantial perdido
Mas no huyes y te aquietas en este osado intento.
miércoles, marzo 12, 2008
Una imagen destellante ciega los flechazos de mis pupilas
Y los nudillos de mi memoria empuñada
Golpean fuerte el semblante ya sin máscaras ni insignias
Como urge después de tanta paciencia dilatada.
Los verbos transitan victoriosos por mi mente estática
como un ejército de deseos en falsa medianía
diluyendose en mis venas que de ardiente estallan
jactándose voluptuosos de su soberanía.
Disperso los calores susurrantes
Con rigor de mujer ceñida,
Con lánguida destreza disipo las preguntas
Exculpando a mi cuerpo de sus legendarias heridas.
Me perdono la ilusión cansina
Los cimientos taladrados de esperanzas
Y la inmediatez gastada de mi sonrisa
La misma que pigmenta de rojo las cenizas
La misma que frívola disuade, perversas agonías.
Y los nudillos de mi memoria empuñada
Golpean fuerte el semblante ya sin máscaras ni insignias
Como urge después de tanta paciencia dilatada.
Los verbos transitan victoriosos por mi mente estática
como un ejército de deseos en falsa medianía
diluyendose en mis venas que de ardiente estallan
jactándose voluptuosos de su soberanía.
Disperso los calores susurrantes
Con rigor de mujer ceñida,
Con lánguida destreza disipo las preguntas
Exculpando a mi cuerpo de sus legendarias heridas.
Me perdono la ilusión cansina
Los cimientos taladrados de esperanzas
Y la inmediatez gastada de mi sonrisa
La misma que pigmenta de rojo las cenizas
La misma que frívola disuade, perversas agonías.
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