viernes, marzo 28, 2008

Alguna vez amé la lluvia que bordeando mi silueta
Se arrojaba en bandada de ciegas y cristalinas mariposas
chocando torpemente contra las laderas de mis sombras
Mojando los vestigios escamados de mi piel de sirena.

Alguna vez amé la noche nítida y enlutada
Poderoso caparazón en ébano esmaltado
Que rompe con el miedo a tientas guardado,
Amé la oportunidad de no ser vista ni señalada

Amé los árboles añosos que frágiles se deshojaban
En manantiales dorados hacia el fondo del viento
el diáfano verdor que tapiza el invierno
y unos ojos de frío que sólo contemplaban.

Alguna vez amé los sitios inventados
Aquellos que habitan intrépidos entre versos y metáforas
Los paisajes cálidos que pueden crear las palabras
Los mismos que mueren en el borde de los labios.

Amé con sutil paciencia los sombríos designios
No calibré las líneas turbulentas de mis manos
Y vi morir mi amor vestido aún de blanco
Y velé los restos desalmados que apenas fueron míos.

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