No me despiertes,
esta mañana ni la que vendrá
No permitas que el sol invada mis párpados constreñidos,
húmedos y escondidos
Deja la persiana ajustada a la oscuridad
Déjame vagar por los pasillos oníricos
donde no hay pretextos ni fronteras
ni limites difusos entre lo que quise y lo que me espera.
No me despiertes tampoco cuando llegue la tarde ni el ocaso
ni cuando las calles suspiren el alivio de mis pasos.
No me despiertes cuando huela a madrugada
ni cuando escuches el tumulto haciéndose espacio en el mundo
Aún si percibes en mi cuerpo abandonado la desolación alimentada
Por el espacioso hueco en mis inmedianías
déjame ensayar esta fragilidad solo mía
en este único instante en que me hago soberana
de los sueños que me esquivan y de mis fantasías.
Sal despacio, no asees el hálito amargo de noches invocadas
no perturbes la inconciencia de mi mente en pausa
Sal y deja los suspiros en la almohada
Tal vez serán la silenciada melodía
de esta despedida.
viernes, julio 04, 2008
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