martes, marzo 24, 2009


Una imagen destellante ciega los flechazos de mis pupilas
Y los nudillos de mi memoria empuñada
Golpean fuerte el semblante ya sin máscaras ni insignias
Como urge después de tanta paciencia dilatada.

Los verbos transitan victoriosos por mi mente estática
Como un ejército de deseos en falsa medianía
Diluyendose en mis venas que de ardiente estallan
Jactándose voluptuosos de su soberanía.

Disperso los calores susurrantes
Con rigor de mujer ceñida,
Con lánguida destreza disipo las preguntas
Exculpando a mi cuerpo de sus legendarias heridas.

Me perdono el pulso galopante
Me disculpo la ilusión cansina
Los cimientos taladrados de esperanzas
Y la inmediatez de mi sonrisa

La misma que disuade perversas distancias
La misma que pigmenta de rojo las cenizas.

2 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Tus venas tienen buena pinta.

Besos.

Pablo dijo...

Puñal en la herida del río que hierve.

Casi me matas.