No requiero los ojos para amarte
puedo modelar tu sombra
con la danza de mis labios
y besarte,
puedo oler los rastros de tu piel
resbalando y trepando
desde mis caderas a mis brazos,
e inventar tu rostro cada noche
desafiando la ceguera inevitable
con paisajes de silencios
y temblores.
No requiero tu nombre para amarte
para derramar mi desnudez
desde tu abismo a tu horizonte
y verter los delirios de mi carne
en estampidas de lluvias
invernales
cernidas en tu cuerpo...
y de tanto inventarte
de tanto presentirte
en cada sueño
poder otorgarle
fugaz alivio a este secreto.