jueves, mayo 08, 2008

Con un candelabro encendido que vierte esperma
ardiente sobre mi mano
recorro los paisajes insomnes de una noche que aulla
en la espesura de su nombre
La oscuridad flagelante no me domina
ni me inquieta,
la soledad mutilante no me detiene, ni los relámpagos de ojos noctámbulos
que llenan este espacio.
Recibo la gélida caricia de este otoño caprichoso,
poniendo la otra mejilla
desafiándolo a pedirme perdón por tantos fríos.
Te encuentro con tu fantasmal aliento rozándome el oído,
mas la noche es sabia
y reconoce los vaivenes de la conciencia
no me permite dejarte entrar y se ríe de tu ausencia,
y yo no hago más que reírme con ella.

Suena un crujido de huesos bajo mis pasos, y piso fuerte
para oír el destello de osamentas
que despiertan hasta los sueños embalsamados.
Polvo al polvo! y sigo mi cruzada por enterrar los muertos
por darles santa sepultura a los que un día prometieron.
Estiro mis pupilas entre la tierra y el cielo,
la vela entre mis manos ahoga su luz
por culpa de una lágrima
en plena oscuridad aun reconozco mis latidos,
que sacuden el pecho y estrujan la garganta.

Respiro otoños, exhalo inviernos… esos días que van para mi
de abril a julio
al menos en este lado del hemisferio
Me alimento de hojas secas y del rocío mañanero,
de capsulas de lluvia
para dormir con la mirada tapizando el techo
y los brazos calibrando la distancia hacia mi puerta
la misma que cerró de golpe tras la estela de su espalda
que espiaba de reojo con las pupilas dilatadas.

Me entrego a los dioses suplicando Adioses
en ofrenda les doy mi sonrisa de mañana,
Morfeo asiente con su cabellera estrellada
y me toma entre sus brazos, regalándome los colores de la noche.

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