En la huella de mi espíritu sorpresivo, inquieto, delirante
Dejo las millares de vidas que anteceden a esta vida
Como en un delgado sueño de luces chispeantes
Me arrimo al infinito fulgor de mi sonrisa.
No sabía lo que era, hasta que tuve que serlo
Obligada por la esencia susurrante que invadía
Mis horas turbulentas y los instantes serenos.
Tuve mirarme a través de la carne y de la herida.
Sólo para descubrir que detrás del sol se hallaban
esperándome y provistas las barcazas de esta huida.
Me voy sin miedo porque aprendí a tomar tu mano
Sabiendo del estigma que clava tu frente a la mía
No lloré por lo perdido más que por el miedo a buscarlo
Y te hallé preciso y exacto, en el lugar que más temía.
martes, agosto 19, 2008
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