miércoles, mayo 28, 2008

Esta piel de tierra
huele a sur de lagos y volcanes
De tarde húmeda, mestiza y despoblada
Sabe a invierno, condenada al frío que le escribe con frecuencia
Esta piel tejida a mano reclama su esperanza.
Se sueña entrelazada en esos ojos color selva esteparia
Que penetran como paisaje turbando la conciencia
Y a la hoguera de sus labios se tiende cual doncella
Y en su vientre algodonado juegan hipocampos y sirenas.

Había incinerado la tristeza hace ya un par de siglos
Esta piel que ríe de si misma ya no le habla a las ausencias
Se fabrica una melodía que sabe escuchó detrás del sauce
Un dia gris de muchas y tiernas despedidas
Se le llenaron los párpados de sueños empeñados en hacerse
Y de esos ojos chispeantes que encendieron las cenizas
Brotan relámpagos y flores, nubes, lluvia …y caricias.

No le importa morir ahora en los pasillos del olvido
Los recuerdos solo ahuyentan los lirios de su frente
Ningún bosque es suficiente para ocultarle de su cuchillo
Por eso prefiere entregarse entre araucarias y alerces
Con la blusa abriendo paso a montañas bajo nieve
Derrite el hielo con su sangre que de ardiente conmueve
Probablemente era intacta hasta que llegaron esos ojos de niño
Que siempre la miraron como postal de exóticos y lejanos continentes
No para asirla de la cintura y quemarse en el borde de su ombligo
Ni para anclarse a su carne encañonando los sentidos
Ni siquiera deleitar esa lágrima que empeñada en hacer alarde
Le saló el beso prófugo justo antes… justo antes.

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