Esta inercia sobria e inmaculada
De impulsos congelados e insípidos sosiegos
Esta calma absorta corroe y socava
Las vísceras gorjeantes y los jadeantes anhelos.
La estática armonía serena y pausada
Acumula insistentemente los consagrados fastidios
En lenta y fácil agonía fragmentada
Esta perplejidad consume los frágiles instintos.
Vigil, conciente y aterrada
Hurgo,
Escarbo,
Reviso,
En la geografía de tu silueta memorizada
Y en las grietas elípticas de tus ojos asesinos.
Ahí encuentro mi saliva y mis ganas acorraladas
ahí se oculta el impávido y escurridizo olvido.
martes, junio 17, 2008
sábado, junio 07, 2008
La ciudad neutraliza mis sentidos, justo esta noche
en que más los necesito,
te espero alineando los bordes de mis labios
para que llegues a salvarlos
con una leve mueca lames, besas, muerdes,
mientras aborto los rumores despiadados
de aquellos para siempre…
En una sonrisa te asilo de los miedos que te siguen
Y en el laberinto finito de mi cuerpo
Dejaré que deposites la costumbre al vacío
Sé que no dirás nada que deje mi piel en calma
Y que en tus abismos no encontraré el delirio que nos salva
Te vestirás de sombra y sobre ella andaré descalza
Tal vez dejarás al menos que eso sea mío.
Se que te abrazará la noche obligándome a envidiarla
Y que acusando a la locura te posarás en mi alma
Reirás como ríes con el ceño distraído
Y volverás a mi cuerpo que sabes aun te clama
Recogeré el aire que quedará sobre tu pecho
Me verás guiar mi pelo hasta la cima de tus egos
Jugando a lastimar tu orgullo instruido
A no caer en la red que ostentan mis manos entre tus dedos.
Me mirarás de día igual que la mañana
Entre nubes navegantes que te llevarán muy lejos
Me quedaré escribiendo esta intermitente bitácora
De los viajes sin retorno aquellos que parecen sueños
Tal vez no vuelvas, ni tu sonrisa, ni tu sombra
Tal vez no te espere ni acuda a tu silencio
Mas quedará una red translucida entre dos almas
Que solo verás al otro lado del espejo.
en que más los necesito,
te espero alineando los bordes de mis labios
para que llegues a salvarlos
con una leve mueca lames, besas, muerdes,
mientras aborto los rumores despiadados
de aquellos para siempre…
En una sonrisa te asilo de los miedos que te siguen
Y en el laberinto finito de mi cuerpo
Dejaré que deposites la costumbre al vacío
Sé que no dirás nada que deje mi piel en calma
Y que en tus abismos no encontraré el delirio que nos salva
Te vestirás de sombra y sobre ella andaré descalza
Tal vez dejarás al menos que eso sea mío.
Se que te abrazará la noche obligándome a envidiarla
Y que acusando a la locura te posarás en mi alma
Reirás como ríes con el ceño distraído
Y volverás a mi cuerpo que sabes aun te clama
Recogeré el aire que quedará sobre tu pecho
Me verás guiar mi pelo hasta la cima de tus egos
Jugando a lastimar tu orgullo instruido
A no caer en la red que ostentan mis manos entre tus dedos.
Me mirarás de día igual que la mañana
Entre nubes navegantes que te llevarán muy lejos
Me quedaré escribiendo esta intermitente bitácora
De los viajes sin retorno aquellos que parecen sueños
Tal vez no vuelvas, ni tu sonrisa, ni tu sombra
Tal vez no te espere ni acuda a tu silencio
Mas quedará una red translucida entre dos almas
Que solo verás al otro lado del espejo.
lunes, junio 02, 2008
Arreboles cenicientos se pasean boca abajo en el viento
Ocultando las estrellas incandescentes de aquella madrugada
Es posible amar la vida cuando emana dulce y atorada
en el rocío intempestivo de su aliento.
Una boca en llamas incendia las raíces de mi cuerpo
tentando la naturaleza indemne de mis instintos despojados
Un lecho espumosamente albo sostiene mis actos
Que indecisos simulan jugar al desapego.
La carne librada de su disfraz ya no oculta ni previene
La irrupción cadenciosa de la mujer que asalta de improviso
Los latidos guardados, los gemidos furtivos
El resplandor impredecible de esos ojos en selva verde.
Lo cierto es que soñé mil veces con esos labios
Y esta piel que no olvida, huye y se detiene
Se guarda de esos ojos pues requiere
dejar el curso libre de sus pasos.
Ocultando las estrellas incandescentes de aquella madrugada
Es posible amar la vida cuando emana dulce y atorada
en el rocío intempestivo de su aliento.
Una boca en llamas incendia las raíces de mi cuerpo
tentando la naturaleza indemne de mis instintos despojados
Un lecho espumosamente albo sostiene mis actos
Que indecisos simulan jugar al desapego.
La carne librada de su disfraz ya no oculta ni previene
La irrupción cadenciosa de la mujer que asalta de improviso
Los latidos guardados, los gemidos furtivos
El resplandor impredecible de esos ojos en selva verde.
Lo cierto es que soñé mil veces con esos labios
Y esta piel que no olvida, huye y se detiene
Se guarda de esos ojos pues requiere
dejar el curso libre de sus pasos.
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