miércoles, enero 28, 2009

Presagios


Ella habitaba en su sombra
Le envolvía la piel como la misma niebla
Quizás por eso le iba dejando en el pelo
Su olor a fiera.
Rondaba como loba sus pensamientos
Ecualizando las razones
Sus discursos
Y sus adioses.
Odió esta despedida como a su propio entierro
Le oyó decir “no puedo”
Mientras le pesaba aquel metal dorado
Que cargaba en su dedo.

Sabía de este hombre como sabía
De sus propias uñas
Las que deslizaba con presión exacta
Desde su alma a su cintura.
Se arrodilló frente a el
En un acto de redención y culpa
Desatando el pantalón con sus dientes
Y lamiéndole el vientre con su furia
Lo miró para apresarlo en sus pupilas
Para recordarlo así, rendido
Asustado,
Prohibido.

Quiso extraerle la vida con su boca
Esa vida que lo llevaba lejos de su nido
Cada vez que el sol y él la dejaban sola.
Imaginó encadenándolo a sus labios
Mientras mantenía su ego aun erguido
Creyó dejarlo moribundo
Mientras tragaba el espesor de sus latidos
Quería dejarlo impreso en este acto
Y saciar así su hambre y sus celos
Subyugarlo a sus temblores que goteaban
A los pies de sus atormentados deseos.
Anhelaba expiarlo por no decir
Aquello que ansiaban sus oídos
Y seguía con su lengua encontrando
nuevos pliegues
Donde depositar sus venenos.

No oyó el eco espumoso
Ni el sordo quejido
Sólo le miró otra vez para apresarlo
Y soltó un aullido…
Le vio los ojos de serpiente aun pardos
Que habían deshabitado su espíritu
El hombre presa se hallaba muerto
Sobre sus presagios
Detrás de sus miedos
Frente a sus labios
Aun erguido.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

:O... wow!

TORO SALVAJE dijo...

Espléndido.
Bravo.

Pablo dijo...

Grandioso

Prosa
y declive