Me
asombra la noche
Vasta,
ubicua
Sin
escondrijo.
Me
asombra el silencio
Colmado
de alegorías
Cantor
de su propio mito.
Me
asombra la tierra
El
verdor y el cemento
El
lago y las tormentas
Me
asombra la marea y el mareo
El
ritual ondulante de mis piernas
El
vahído templado de un beso
Me
asombran los recuerdos
Pedazos
de historia
En
errática exhumación de sus restos
Me
asombra la mentira
Afilada
prosa
Capaz
de amputar el alma y sus reliquias
Me
asombra, aún, la daga escondida
Que
abracé, ingenua,
Mientras
partía en dos, mi vida.